Esta pequeña curruca, contando su proporcionalmente larga cola que le da nombre, apenas rebasa los 13 centímetros de longitud. Su colorido plumaje, cuando tenemos la fortuna de verla al descubierto, es sorprendentemente críptico con las sombras y luces de la espesura vegetal donde acostumbra a vivir. La hembra tiene un colorido menos intenso y contrastado, pero igual de eficaz como camuflaje. Es extremadamente tímida y son pocas las ocasiones en que la podemos sorprender, o nos sorprende ella a nosotros, fuera del abigarrado ramaje de zarzas y arbustos. La paciencia y el empleo de ópticas de largo alcance, son fundamentales para poder lograr fotografías como esta.
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