Ni el más curtido de los ornitólogos se queda indifernete cuando le sobrevuela a baja altura la más grande de las anátidas. A su gran envergadura, de hasta 2,50 metros, y a la majestuosidad de su vuelo se suma un caracetístico zumbido que producen las plumas de sus alas. Esta peculiaridad la comparten con otros ánsares y patos y posiblemente sirva para mantener la unidad de las bandadas cunado vuelan en la oscuridad de la noche.
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