Ni es la primera vez, ni será la última, que presentamos fotografías de Garceta común. Esta especie hoy frecuente en nuestros humedales, hace pocos años era una auténtica rareza. Sus poblaciones en Europa sufrieron una brutal reducción cuando a principios del s. XX se puso de moda adornar los sombreros de las damas con las bellas plumas blancas de esta ardeida.
En estas dos primeras imágenes vemos a un ejemplar juvenil. Llama la atención el verdoso color de sus patas, tan distinto a las de los adultos y que nos podría llevar a confusión con otra especie, extremadamente parecida y que en ocasiones llega a hibridarse con ella: La Garceta dimorfa (morfo claro) a la que ya le dedicamos una entrada que se puede localizar en "Etiquetas", al final de esta página.
Para que quede bien patente la diferencia de coloración de las patas, que acabamos de comentar, añadimos un par de fotos de un ejemplar adulto.
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