En las primeras hora del día, en este querencioso poste, que fué tutor de un roble ya autosuficiente, un adulto de Papamoscas gris andaba dejándose ver. Una y otra vez, alternando este posadero con otros cercanos, se lanzaba en sus característicos vuelos y volvía a escudriñar su territorio de caza. Resultaba extraño que no aparecieran ya los jóvenes fruto de los amoríos de este año, como es costumbre en estas fechas.
Justo con las últimas luces del día, allí mismo, aparecieron dos jovenzuelos ya casi listos para emprender la larga, y ya próxima, travesia migratória. Quizás se hayan dejado ver antes, pero uno no puede dedicar todas las horas que quisiera a la observación, así que estos pequeños ratos, resultan de lo más gratificante. Estos son los pollos:
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