Debe su nombre a los combates incruentos que libran los machos en época de celo ataviados con unas llamativas golas y moños. Afirman los expertos qure no hay un ejemplar idéntico a otro. Al reproducirse en latitudes muy nórdicas los ejemplares que nos visitan en las estaciones de paso, carecen aún de ese peculiar plumaje, pero su figura es reconocible y nos permite identificarlo con seguridad.
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