Su frente y garganta rojas forjaron la leyenda de que estas aves, al quitar las espinas de la corona de Cristo, tiñeron su cara con la sangre del Mesias. Siendo muchos los insectos que consumen durante su estancia estival, la sabiduría popular supo mitificar su importancia como controlador de las plagas, haciéndolas muy respetadas en el medio rural.
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